Recuerdo que la última clase de mi pregrado fue de la asignatura Ética, la cual hacia parte del pensum del décimo semestre del programa de Contaduría Pública en la Universidad de Antioquia; me refiero al siglo pasado, año 1988, cuando terminé mis estudios y me gradué como Contador Público.
Fue una sesión muy aleccionadora; para nosotros, era el acto de dejar de ser estudiantes, enfrentarnos a la sensación simultanea de la alegría y la nostalgia por dejar la universidad; para la mayoría, pasar de ser un estudiante para convertirse en un profesional desempleado. El Profesor de la clase, Horacio Aguiar, fue claro y orientador con su discurso: a partir de allí, seguía la realidad, el enfrentarnos a la universidad de la vida con los fundamentos dado por el Alma Mater, donde debíamos comportarnos responsablemente con la sociedad y ser autodidactas incansables; mensaje este ratificado y complementado, meses después, con los discursos de las directivas de la universidad en la ceremonia de graduación.
Para mí, este mensaje fue coherente con las enseñanzas recibidas en bachillerato, en la primaria y en mi entorno familiar, donde mis padres, desde niño, me formaron en ser honrado, respetuoso y trabajador.
Desde aquella época, conocí y me identifiqué con el proyecto del Código de Ética de la Profesión, incluido en el ordenamiento jurídico nacional mediante la Ley 43 de 1990; en su Declaración de Principios, se dice, entre otras, lo siguiente:
- “La Contaduría Pública es una profesión que tiene como fin satisfacer necesidades de la sociedad…”
- “El ejercicio de la Contaduría Pública implica una función social…”
- “El Contador Público, sea en la actividad pública o privada, tiene como obligación velar por los intereses económicos de la comunidad…”
- “La conciencia moral, la aptitud profesional y la independencia mental constituye la esencia espiritual del Contador Público…”
Por ello, para los profesionales de la Contaduría Pública de mi generación, egresados del Alma Mater, no puede ser una novedad el Código de Ética para los Contadores Públicos de la IFAC, incluido recientemente en el ordenamiento jurídico del país.
Desde entonces, me quedó claro que el título de Contador Público y la respectiva Tarjeta Profesional no son una licencia para hacer negocios, sino un compromiso de responsabilidad social con la comunidad.
Por ello, he procurado ser coherente y actuar fielmente en correspondencia con la esencia de estos principios de la profesión contable, los cuales he inculcado celosamente a quienes me han acompañado en el equipo de trabajo de ABAKO’S, desde su fundación, en el año 2000.
Se entenderá que, en medio de una cultura donde prima la corrupción y la ilegalidad, no es fácil actuar éticamente, siendo honrado y transparente, lo que implica toda clase de obstáculos, incluidos enemigos desconocidos, que no dudan un instante para tratar de hacerte daño.
No obstante, conscientes de ello, en ABAKO’S nos mantendremos quijotescamente fieles a los principios éticos de la profesión, convencidos de que así estamos contribuyendo a una sociedad sostenible, particularmente, acompañando a los lideres y liderezas sociales y empresariales que, como nosotros, están empeñados en hacer las cosas bien hechas y en construir una sociedad del bienvivir para todas y todos.
Gustavo de J. García Molina
Representante Legal
ABAKO’S S. A.
Noviembre 14 de 2019